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viernes, 20 de febrero de 2009

Introducción

Así como el arte es el medio que permite transmitir y hacer perdurar emociones y sensaciones profundas, la historia de la ciencia permite introducirnos en el mundo del conocimiento y nos brinda la posibilidad de compartir una sucesión de asombros y emociones, éxitos y fracasos y también de pequeñeces y de actos heroicos. La forma y los detalles de la actividad científica resultan tanto o más interesantes que las propias ideas y conclusiones emergentes del conocimiento adquirido.

Así como la religión nos vincula al orden natural y mejora nuestra condición humana, la ciencia aplicada mejora nuestra salud y nuestro propio cuerpo. En épocas del Impero Romano, el promedio de vida de los hombres estaba en los veinticinco años. En el 1900 sube a unos cincuenta años, mientras que en la actualidad, en muchos países, supera ampliamente los setenta años. La prolongación de la vida humana es el principal orgullo del conjunto de las ramas de la ciencia.

Toda actividad humana es realizada por individuos que reciben cierta influencia del medio social. Así como cada semilla y cada organismo requieren del ambiente necesario para poder crecer, la historia y la filosofía de la ciencia habrán de favorecer el desarrollo de la actividad científica. Si conocemos los aspectos salientes de la investigación científica, es posible que nos inclinemos por la búsqueda y por la difusión de la verdad.

Un romano dijo que, mientras que los egipcios y los griegos realizaban monumentales obras para la simple contemplación, Roma construía caminos y acueductos que producían un beneficio concreto en cada uno de sus habitantes. La divulgación de la ciencia también permitirá que los logros científicos sean compartidos por una creciente cantidad de público. De esta forma, la ciencia no sólo beneficiará a nuestro cuerpo (en el sentido romano), sino también a nuestro intelecto y a nuestros sentimientos (en el sentido griego y egipcio).

La historia psicológica de la ciencia presenta tanto interés como la propia historia de la actividad científica. El presente escrito queda encuadrado en la primera clasificación. Plutarco, historiador romano, escribe: ….Porque no escribimos historias, sino vidas; ni es en las acciones más ruidosas en las que se manifiestan la virtud o el vicio, sino que muchas veces un hecho de un momento, un dicho agudo y una niñería sirve más para aclarar un carácter que batallas en que mueren millares de hombres, numerosos ejércitos y sitios de ciudades. Por tanto, así como los pintores toman para retratar las semejanzas del rostro y aquella expresión de ojos en que más se manifiesta la índole y el carácter, cuidándose poco de todo lo demás, de la misma manera debe a nosotros concedérsenos el que atendamos más a los indicios del ánimo, y que por ello dibujemos la vida de cada uno, dejando a otros, los hechos de grande aparato y los combates. (De “Vidas paralelas: Alejandro y César”).

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